Comunión, Libros de firmas
LIBRO DE FIRMAS COMUNIÓN: MARINA
Desde su posición privilegiada en el escenario, Carlos buscaba en el patio de butacas la cara de Marina. Ya hacía un rato que había recibido su mensaje diciéndole que había llegado así que tenía que estar sentada entre el público.
Marina estaba de pié, en un lateral de la sala, con su madre, y ambas sonreían viendo a Carlos, que las buscaba ansioso con al mirada, sin encontrarlas. El acto de entrega de premios estaba a punto de empezar y su padre iba a ser protagonista absoluto porque, además de ejercer de «Maestro de Ceremonias», recibiría una mención de Honor por parte de la Universidad Complutense de Madrid.
El camino hacia esa distinción había sido largo… muchas horas de trabajo que les habían robado tiempo para estar juntos pero tanto Marina como su madre, sabían que además de ellas, su trabajo de investigación en la Facultad de Veterinaria, era el motor de su vida.
Hacía 12 años que su padre había comenzado su investigación y siempre recordarían el día que le comunicaron que uno de sus primeros artículos iba a ser publicado en una revista especializada. Habían salido a comer con su amiga Alba y sus padres, unas semanas antes de celebrar sus Comuniones. Tras los postres, Silvia, la madre de Alba, le había sorprendido con un libro de firmas personalizado en sus colores favoritos y con la muñequita que tanto le gustaba entonces . En ese momento el teléfono de su padre había sonado y había dejado la mesa disculpándose… pero tenía que contestar.
A su vuelta, con una gran sonrisa en la cara, todos lo miraron expectantes pero él se concentró en el libro de firmas que había recibido su niña y en su carita de felicidad. No fué hasta pasado un buen rato, ya en casa, los tres solos, que les comunicó la noticia. Había trabajado mucho y ese fué el primero del montón de reconocimientos que culminaban hoy con el Premio Honorífico que todo el mundo sabía que le iban a entregar, menos él.
Una voz por megafonía anunció que la ceremonia iba a comenzar y a Marina y su madre no les quedó más remedio que salir de la penumbra para ocupar sus asientos en la zona de familiares, en primera fila… Desde su posición en el lateral del escenario, Carlos respiró tranquilo al ver a sus dos «chicas» dirigiéndose, guapísimas y radiantes, a sus butacas.
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